Que nunca amanezca

18.6.13


Un momento puede cambiar tu vida para siempre.

Antes de que pudiera decir una sola palabra más, Kaspar me empujó contra la pared y comenzó a recorrerme el cuello con los labios. Se le agitó la respiración y sentí su fuerza, su poder, su hambre. Su aliento no me caldeó la piel como lo habría hecho el de cualquier otra persona, sino que me dejó helada y provocó que un escalofrío me recorriera los hombros y los brazos. Sentí que mi corazón latía de manera irregular, tan frenéticamente que las venas de mis muñecas pugnaban por atravesarme la piel.

*Actualmente me encuentro leyendo este libro y como estuve buscando por Internet una reseña de el y no encontré en cuanto lo termine de leer les traeré mi propia reseña del libro.*

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